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Camino de las atalayas

10/8/2017

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De vez en cuando merece la pena salir de los límites fronterizos establecidos en la actualidad y remontarse a ciertas épocas o años pasados, donde el mapa político de la península ibérica era totalmente distinto. Un mapa que se ha ido cambiando con pequeñas y relevantes historias, pero que pocos saben cómo ha sido en realidad.
Hacía varios años que tenía ganas de hacer esta escapada que tenía marcada con alfileres, en mi mapa virtual, y curiosamente, un día que estaba comiendo con mi buen amigo Juanma, salió en el tema de conversación. 
A los dos nos gusta la historia, visitar construcciones antiguas y montar en moto, una buena mezcla para romper la rutina sin necesidad de hacerlo en fin de semana.
Mi idea le gustó tanto que solo tuvimos que organizar nuestras agendas para invertir casi un día en esta andanza.
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Vista desde la atalaya de Arrebatacapas
Un poco de historia
La cuenca media del valle del Jarama cuenta con un patrimonio cultural y natural de gran importancia. De tiempos muy lejanos, dispone de uno de los registros paleolíticos, del tránsito del Pleistoceno Medio al Superior, más completos de la Península Ibérica, además en un mismo marco ecológico y geográfico. De tiempos más actuales, en concreto 1936, fue línea de frente en la Guerra Civil Española y escenario de la batalla del Jarama, donde numerosos vestigios recuerdan, en la orilla oriental del Jarama, a las milicias de la República española y, en la occidental, a las tropas sublevadas.
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Atalaya de Venturada
Pero la parte de la historia que nos importa hoy es cuando toda la zona, y gran parte de la península ibérica, pertenecían al Califato de Córdoba. Hablamos del siglo IX al siglo XI, durante los cuales, la frontera entre el Califato de Córdoba y los reinos cristianos se mantuvo inalterada, pero, en el Henares, los ríos siempre hicieron de fronteras, y así es como el río Jarama también tuvo su importancia en ese trasiego de amenazas, algaras y correrías. En sus las orillas se alzaron villas, castillos y atalayas que surgieron de un hecho defensivo único. Al noroeste, los cristianos atacantes, y al sureste los musulmanes defensores. Todos ellos levantaron fortificaciones de las que han quedado huellas, recuerdos y alguna presencia íntegra, que conviene recordar y hasta visitar un día de estos, como por ejemplo hoy.
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Atalaya de Venturada
El conjunto de atalayas de la Sierra de Madrid forma parte de un sistema defensivo y organizador de un territorio determinado que conocemos por las fuentes como Marca media del Al-Andalus.
Este conjunto se agrupa sobre los pasos naturales entre Somosierra y Guadarrama, controlando el acceso a Torrelaguna, Talamanca del Jarama y el Alto Valle del Manzanares, en torno al paso de los Puertos de Navacerrada, Fuenfría y Alto de León, o lo que es lo mismo, controlando los tres pasos del Sistema Central: La calzada romana de Talamanca del Jarama, la calzada del Puerto de Fuenfría, que aún hoy une Cercedilla y Segovia, y el paso a través de Somosierra.
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Vista desde la atalaya de El Molar
El conjunto se controlaba desde la villa de Talamanca del Jarama, que en el siglo X fue centro neurálgico del sistema defensivo de atalayas.
De todas las atalayas que hubo en la cuenca del río Jarama, construidas en la época musulmana y posteriormente mantenidas en los días medievales, han llegado hasta nuestros tiempos unas cuantas.
Hay muchos vestigios por ver en la zona pero en esta ruta nos centraremos en la atalayas, y alguna cosilla que pille de paso, y conectaremos las seis que perduran a día de hoy, de las cuales no todas son andalusíes.
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Atalaya de Venturada
Definición
Una atalaya es una torre de vigilancia árabe. La palabra atalaya procede del árabe “talala”, que significa pequeña torre. La diferencia de este tipo de torres con otras de vigilancia es que estas son para uso militar. Su objetivo principal es proporcionar un lugar alto y seguro desde el cual poder realizar la vigilancia y hacer observaciones militares. Hoy día no tiene mucho sentido emplearlas militarmente, hay tecnología suficiente para hacer un trabajo mucho mejor, pero varias de las que vamos a ver se usan como puestos de vigilancia forestal.
Para comenzar la ruta lo mejor es salir desde San Agustín de Guadalix e irnos moviendo por carreteras comarcales y poblaciones pequeñas.
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Atalaya de El Molar
Atalaya del Molar
Por la carretera vieja del Canal, que comunica San Agustín de Guadalix con El Molar, encontramos la primera atalaya de la ruta.
Situada en la Sierra de Mayrit, que es como se le conocía a la Sierra de Madrid en tiempos andalusíes, se construyó sobre el siglo IX y X, pero la pieza que tenemos hoy presente es una construcción íntegramente moderna, pues de la original no quedó nada. Se ha reconstruido una parte que emula la construcción original y se le ha añadido otra parte, totalmente artificial, de ladrillo visto, para construir un mirador en la parte superior. Este mirador queda protegido por un techo metálico y, en principio, se puede subir sin problemas, pero hoy, su moderna puerta metálica estaba cerrada.
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Atalaya de El Molar
Es bastante ancha en su estructura y es posible que, al no quedar nada de la original, el arquitecto hiciera la reconstrucción tomándose algunas licencias con el diseño.
Desde esta atalaya se tiene una visual perfecta del skyline de Madrid, donde se reconocen todas las estructuras relevantes de la parte norte como son las grandísimas Cuatro Torres Business Area, las Torres Kio o el Pirulí, entre otros.
Hacia el noroeste lo que más destaca es el Cerro de San Pedro, una montaña muy concurrida por senderistas ya que desde la falda a la cumbre hay un desnivel de 400 m en tan solo 2,5 km de distancia.
Me parece muy triste que vengan a grafitearla, aunque sea una réplica, estos gamberros se merecen que les corten las manos por destrozo del patrimonio.
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Desde la atalaya de El Molar se distingue perfectamente cada edificio importante del skyline de Madrid
Atalaya de El Vellón
Proseguimos la ruta hacia la siguiente atalaya que lleva el nombre del pueblo más cercano, El Vellón. A la mitad de la carretera que une este pueblo con el del Espartal encontramos la segunda atalaya.
Para acceder a ella dejamos las motos en un tramo asfaltado que pudo ser un sitio donde dejar el coche para subir a la atalaya, pero hoy día está cortado por un par de muros de tierra. Como las motos ocupan poco se pueden quedar sin peligro de que los coches que circulan las puedan golpear.
Subimos por el escarpado cerro siguiendo una senda estrecha, imposible hacerla con la moto, al menos por este lado. El terreno está muy resbaladizo porque, al no haber llovido nada en días, está demasiado duro y seco.
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Atalaya de El Vellón
La atalaya de El Vellón se encuentra a medio camino entre El Vellón y El Espartal, sobre un cerro, desde donde se dominaba el alfoz de Talamanca, un lugar que, en 1083, cuando Alfonso VI tomaba Madrid recuperaba para los cristianos. Hoy día ese lugar son los pueblos a los que les añadieron “del Jarama” como Talamanca del Jarama o Valdetorres del Jarama.
Con esta atalaya vamos mejorando en arquitectura, ya podemos apreciar lo que antaño fue una verdadera torre de vigía casi en su máximo explendor.
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Atalaya de El Vellón
Como la mayoría de atalayas andalusíes, es de sección cilíndrica y construida en mampostería. Su diámetro mide algo más de 6 m y de altura puede rondar los 9 m o 10 m. Como era habitual, los muros son gruesos llegando a medir 1 m en la base. La puerta de acceso se encuentra a unos 2,50 m del suelo, teniéndose acceso mediante una escalera portátil que se guardaba en el interior, cuando no se utilizaba, para evitar el acceso de terceros.
Tenía tres plantas, comunicadas interiormente, por escalera de un solo tramo. En la actualidad no sé en qué estado se encuentra por dentro ya que esta también estaba cerrada.

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Iglesia parroquial Ntra. Sra. de la Asunción, en El Vellón
En la actualidad, esta atalaya está restaurada casi por completo, original se puede vislumbrar la base, pero el trabajo de restauración es bueno. Leí que se usaba como puesto de vigía contra incendios pero los forestales de la zona me confirmaron que no se usa para nada, pues hay un puesto de vigía moderno al otro lado de la carretera.
Las vistas, vuelven a ser asombrosas, que bien elegían los puntos de observación. Desde aquí se puede ver perfectamente la anterior atalaya, cosa que desde allí no encontré esta por no saber exactamente donde estaba.
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Iglesia parroquial Ntra. Sra. de la Asunción, en El Vellón
Fue declarada Bien de Interés Cultural, en 1983, junto a las atalayas de El Berrueco, Torrelaguna y Venturada.
Para ir a la atalaya de Venturada hay que atravesar El Vellón y recomiendo pararse un momento a ver la iglesia del lugar.
La Iglesia Parroquial de la Asunción, data del siglo XV, conservándose originales la capilla mayor y la sacristía. Construida en mamposterá con sillares de refuerzo en las esquinas y en los contrafuertes del ábside que es de forma pentagonal.
Lo más destacable es la portada sur del templo, actualmente cegada y formando parte de las dependencias parroquiales, que forma un bello conjunto plateresco de influencia toledana del siglo XVI.
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Atalaya de Venturada
Atalaya de Venturada
La siguiente atalaya pertenece a Cotos de Monterrey, un pueblo al que puedes acceder desde El Vellón por el Camino de la Dehesa de El Vellón, un camino de arena en buen estado que te deja a los pies del monte El Carrascal, donde se asienta la atalaya. Si no te va el polvo, se puede llegar fácilmente saliendo un momentito a la A1 y atravesando una zona residencial privada, pero de acceso público en horas diurnas.
Nada más entrar al recinto, hay una caseta de guardia forestal permanente, este es un punto muy importante para la vigilancia contra incendios en esta zona de Madrid. Aunque no hace falta subir hasta arriba, ya que dispone de una gran explanada para dejar vehículos abajo. Yo no me pude resistir y aparqué al ladito.
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Atalaya de Venturada
Parece que la fecha de su construcción data de finales del siglo IX, durante el emirato de Muhammad I pero también se cree que fue en el siglo X, en época califal.
La atalaya de Venturada es una torre de planta circula hecha en mampostería. Pese a que está en ruinas, su estado de conservación es asombroso ya que no presenta restauraciones.
Se dice que esta atalaya pudo tener cuatro cuerpos. El primero lo forma una base de roca y mampostería que llega a los 3 metros de altura y termina en la parte inferior de la puerta de acceso. El segundo arranca de la puerta de entrada, en un nivel algo inferior al suelo actual debido a la colmatación de las tierras, y alcanza hasta los primeros mechinales que servirían de sustentación del suelo de madera del segundo piso. El tercero lo formaría el segundo piso cuyo suelo igualmente de madera, daría acceso a una planta superior mediante una escalera de mano. El cuarto no se aprecia bien, pero sería el tercer piso, esta vez descubierto, desde donde los soldados echarían sus largas jornadas de vigía.
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Atalaya de Venturada
Fue declarada Bien de Interés Cultural, en 1983, junto a las atalayas de El Berrueco, Torrelaguna y El Vellón.
Aunque se puede trepar por las rocas, me pregunto cómo colocarían antaño la escalera de acceso a la atalaya para sortearlas.
Las vistas son impresionantes, una vez más, desde aquí se puede identificar claramente la atalaya de El Vellón. Cuando ya te familiarizas con el terreno, es más fácil identificar objetos en él. Desde este punto visualizamos la Sierra de La Cabrera, el Mondalindo, la Pedriza, el Cerro de San Pedro, los bosques que bordean la urbanización de Cotos de Monterrey y las Cuatro Torres Business Area de Madrid.
Nos despedimos de los guardias forestales y proseguimos nuestro camino.
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Vistas desde la atalaya de Venturada
Falsa atalaya
En la zona, no diré quién por respeto a la ignorancia de la persona, nos comentaron que muy cerca había otra atalaya. Me parecía raro porque estos temas los tengo bien controlados, pero me gusta encontrarme con sorpresas y la gente local es la mejor fuente de información para recorrer el mundo, mi Transpirenaica Off-Road salió a pedir de boca solo preguntando a los locales. No perdíamos nada por ir a verla.
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La falsa atalaya que da el pego de lejos
Resulta que al llegar al sitio, la edificación de forma circular, construida en mampostería, si parecía una atalaya pero no cumplía con las características de las musulmanas, de hecho no era ni una réplica de atalaya, era simplemente un depósito de agua moderno en su interior con un foso en el exterior, puede que fuera un abrevadero o un estanque para peces gigante, pero ese edificio no es una atalaya.
Atalaya de Arrebatacapas
Nuestro siguiente objetivo es la atalaya de Torrelaguna, perteneciente a este municipio, llamada Arrebatacapas. Ya que estábamos por allí decidimos ver un poco el pueblo mientras buscábamos algún sitio económico para comer, es curioso cómo, pese al día que es y el pueblo tan apartado en el que estamos, los menús no bajan de 12€. Ante tal abuso preferimos ir a nuestro rollo y comer unos bocatas que pillamos en un bar por unos pocos euros, que por cierto estaban muy ricos, pese a que la atención recibida no fue nada agradable. Se nota que el negocio les va bien.
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Iglesia de Santa María Magdalena, en Torrelaguna
Nuca había estado en Torrelaguna. Me parece un pueblo precioso, con una plaza central muy castellana, que en un jueves se veía hermosamente vacía. Hay bastante para ver, pero para mí la construcción más relevante es la Iglesia de Santa María Magdalena, un edificio de estilo gótico construido en el siglo XIV. Fue declarar Bien de Interés Cultural en 1983, igual que las atalayas. Uno de los templos más significativos de la Comunidad de Madrid al ser uno de los mejores exponentes del gótico isabelino o tardío en la península.
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Plaza y ayuntamiento de Torrelaguna
Comenzó a edificarse en el siglo XV. La construcción fue realizada en distintas fases y concluida en el siglo XVII.
Con el estómago lleno, salimos de allí en busca de la atalaya por la M-131. Justo en kilómetro 5,8, sale un caminito que serpentea el monte hasta la atalaya. Desde la carretera no se ve la torre, el terreno queda mucho más elevado que la misma con lo que hay que explorar la zona.

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Atalaya de Arrebatacapas
Puesto que no sabemos a distancia está de la carretera y que la moto de mi amigo es puramente asfáltica, me adentro casi campo a través a ver qué información puedo sacar. Después de recorrer casi un kilómetro, aparqué la moto entre unos matorrales y terminé el camino a pie.
Sin duda, esta atalaya es de las mejores de toda la ruta: Sin pintadas, sin gente, sin guardias forestales y, lo mejor de todo, en mitad del monte bastante inaccesible.
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Vistas desde la atalaya de Arrebatacapas
​Construida entre el año 950 y el 1000, presenta una arquitectura similar a la de Venturada. Con una planta circula y forma tronco-cónica, construida en mampostería, tiene un estado estupendo, sin ninguna restauración hecha, donde, ahora sí, se aprecian las 4 alturas de sus cuerpos.
Tiene 19 m de perímetro exterior. Su base se erige en la roca viva. La puerta de entrada a la edificación se sitúa a unos 2,5 m para asegurar la inaccesibilidad o por lo menos dificultar el acceso a los posibles atacantes.
La separación entre los pisos o niveles interiores se afirmaba con un entramado irregular, más o menos perpendicular, de rollizos de madera que se empotran directamente en los muros de mampostería.
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Atalaya de Arrebatacapas
​La torre se componía de dos pisos enfoscados por el interior. El vacío se disponía en sentidos opuestos para permitir una escalera de mano que comunicaba los pisos.
No me pude resistir a trepar por el muro sin escalera, como buen gato cristiano que soy, para hacer una batida a la atalaya. En el interior no queda nada que no fuera de piedra, pero se aprecian los huecos donde iban las vigas que sujetaban los suelos de cada planta. Las vistas desde la puerta no son demasiado espectaculares pues dan a la depuradora de Torrelaguna, pero desde el suelo, sí que se precian más. No obstante, no me parece una situación tan estratégica como las anteriores atalayas, pues esta no disfruta de una visión periférica completa ya que la naturaleza del monte impide ver lejos hacia el este.
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Vistas desde la atalaya de Torrepedrera
Atalaya de Torrepedrera
Seguimos la M-131 en la dirección que llevábamos y nos desviamos a la M-133. En el kilómetro 1,3 encontramos un camino que serpentea hasta la atalaya. Al comienzo del camino, justo al revasar unas puertas metálicas, encontramos una caseta perteneciente al servicio de la Guardia Forestal de Madrid. Los vehículos se pueden dejar al principio del mismo pero las motos pudieron subir hasta la cima.
A los pies de la atalaya encontramos, nuevamente, unos operarios de Matinsa (prevención y extinción de incendios forestales y servicios contraincendios y salvamento) con sus características indumentarias amarillas, igual que sus vehículos. Desde esta torre, sin necesidad de subirse a lo alto, las vistas son excepcionales, se puede controlar decenas de kilómetros en la periferia.
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Escaleras de la planta baja de la atalaya de Torrepedrera
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Escaleras del primer piso de la atalaya de Torrepedrera
Esta atalaya corona un cerro de 1030 m de atura, es la que está más alta de todas. Ha sido restaurada por completo y es utilizada por el servicio forestal contra incendios habitualmente. Destaca por el uso en su construcción de piedra de tipo pedernal, prácticamente sin desbastar, y tiene, al igual que las torres anteriores, un ligero perfil troncocónico.
El primer piso está relleno, igual que en las anteriores, y el segundo está a unos 2,5 m de altura, para dificultar el acceso al enemigo, pero hoy día se accede fácilmente por una escalera metálica, construida a base de largueros de metal. El espesor del muro es de 1,5 m y su diámetro interior de 3,30 m.
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A la planta baja se puede acceder por unos peldaños metálicos permanentes
Dentro de la torre, se puede subir con facilidad a las plantas superiores, incluso a la parte de vigía. Los tramos de escaleras son metálicos pero los pisos de las plantas son de madera.
En la parte más alta, las vistas merecen la pena, sin duda su posición elevada cambia la perspectiva del terreno. En la parte más alta no hay barandilla y el muro termina a la altura de los tobillos, hay que tener cuidado cuando sopla el aire con fuerza porque es fácil tener un accidente. La vista del embalse del Atazar invita a sacar decenas de fotos.
Esta atalaya se la conoce también como la atalaya de El Berrueco, ya que pertenece a dicho municipio. También ha sido declarada, junto con las otras atalayas mencionadas antes, Bien de Interés Cultural en 1983.
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Vistas desde el último piso de la atalaya de Torrepedrera
Torre de Mirabel
Después de hacer un montón de fotos en Torrepedrera, nos volvemos a incorporar a la M-131 en dirección a El Berrueco, un tranquilo pueblo que aún se siente pueblo pese a tener el Atazar a tiro de piedra para bañistas y picniqueros.
Pasado el pueblo salimos por la M-127 y sobre el kilómetro 7,5 nos salimos  a la izquierda por el camino de arena de Santillana. Como no estaba en buen estado, fuimos los dos en mi moto hasta la puerta del recinto donde se encuentra la edificación. En principio pensaba que sería un tramo más largo pero se puede llegar en 5 min andando.
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Torre de Mirabel
No tengo muy claro si es una finca privada o no, pues había una cancela cerrada con candado, aunque no había indicaciones por ningún lado. Solo queríamos hacer unas fotos, verla de cerca y volvernos por donde hemos venido sin que se haya notado nuestra presencia allí.
A diferencia de las anteriores torres musulmanas, edificadas entre los siglos IX y XI, esta es cristina y se construyó bastante más tarde, en el siglo XVI. Ubicada en la Dehesa de Santillana, pertenece al municipio de Mangirón y fue erigida junto a la desaparecida aldea de Santillana, que dependía del marquesado del mismo nombre. Está situada en un enclave fronterizo, cerca de las lindes que delimitaban las posesiones del ducado de Uceda.
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Torre de Mirabel
Este marquesado tuvo jurisdicción sobre Buitrago y su alfoz, teniendo su frontera con el señorío del Duque de Uceda, el cual limitaba con el arroyo Jóbalo. Esta frontera fue motivo de varias disputas, siendo de imperiosa necesidad la construcción de un puesto de observación que protegiese las dehesas.
Su misión era la vigilancia de las dehesas y pastos de la zona, cuya utilización era objeto de constantes disputas por parte de los dos señoríos. A pesar de su aspecto fortificado, no cumplía ninguna función militar, sino que probablemente fue construida con un carácter disuasorio para evitar el furtivismo y, tal vez, como refugio esporádico de los guardas de la propiedad, dada las características de su construcción.
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Torre de Mirabel
Su exterior conserva en un excelente estado y ha aguantado muy bien el paso del tiempo, no así el interior, pues estaba hecho de madera, la cual hoy día es inexistente.
​La torre, de forma cilíndrica, está realizada en mampostería usando granito y sellando con argamasa, midiendo 7,8 metros de alto y 5,3 metros de diámetro. De entre los diferentes elementos ornamentales que presenta, destaca el blasón de caliza que adorna la puerta de acceso, el cual no se corresponde con el linaje de ningún colectivo que conozca. 
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Escombros cerca de la torre de Mirabel
En su parte superior encontramos una moldura que recorre perimetralmente la parte superior de la torre y las almenas piramidales, que coronan la estructura, poco o nada podían proteger a los vigías en caso de necesitar su cobijo. Incluso es posible que ni se tuviera acceso a lo alto.
El interior está totalmente hueco, solamente habitado por plantas silvestres que han crecido con el tiempo casi hasta salir por el hueco superior. Se nota claramente que estaba dividida en dos plantas separadas, en su día, por una techumbre de vigas y tablas de madera. En cada piso se construyeron ventanas mirando a cada flanco y la puerta queda a ras de suelo.

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Torre de Mirabel
Pese a su historia, no la veo en una posición privilegiada, quizá, hace medio milenio, no había tanta maleza que impidiera tener una vista lejana de la zona.
Muy cerca nos topamos con un montón de bloques de granito seccionados de forma perfecta que componían unas figuras repetitivas, pueden ser parte de un puente, pueden ser parte de un castillo, o pueden ser de un proyecto moderno que nunca vio su final y decidieron abandonarlas en este lugar.
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Torre de Mirabel
Satisfacción
Nos ha gustado mucho esta rutita, que si bien en kilómetros puede parecer corta, nos llevó casi un día recorrerla disfrutando de cada detalle, como bien nos gusta a Juanma y a mí. El día nos acompañó con unas temperaturas moderadas para ser Agosto y el hecho de hacerla a mitad de semana nos permitió disfrutar de las carreteras y las edificaciones sin turistas.
Para volver a San Agustín de Guadalix, se puede seguir el Camino de Santillana hasta Sieteiglesias y de ahí hasta la A1, o seguir por la M-127 que termina, igualmente, en la A1. Pero si te quedas con ganas de rodar más, siempre puedes continuar la ruta por la M-604, en dirección Lozoya y terminar en Navacerrada, pasando por Rascafría, un lugar donde siempre hace frío, sea la época del año que sea.

​Si quieres el track de esta ruta lo tienes aquí.
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Torrelaguna
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