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Algo quedó en el tintero

17/10/2016

2 Comentarios

 
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Letrero de un colegio
Haciendo memoria sobre el viaje, hay cosas que no he contado, bien por no extender mucho cada relato o bien por no acordarme en ese instante de ponerlo, y quería compartir estos momentos “extra” como cierre de esta maravillosa aventura.
Por cierto, esta foto de un letrero de un colegio del Atlas está escrita en árabe (negra) y 
tamazight (azul) el lenguaje berebere.
El verdadero peligro
A lo largo de estos días puede que mi vida haya corrido peligro en cierta medida, pero siempre está el sentido común para ayudar en cualquier aventura. Hacer pistas de alta montaña yendo solo es un riesgo importante, atravesar páramos desérticos también, pero realmente recuerdo un momento donde me veía poniendo a prueba el traje de moto contra el asfalto. Cuando volvía por carretera, de hacer la pista de Erfoud  a Boudnib, me encontré con unas cabras repartidas a ambos lados de la vía, algo normal. En principio cuando pasas se suelen espantar, hay que darles tiempo y no ir a grandes velocidades cuando están cerca, pero, en este rebaño, hubo una cabra que a pesar de estar en el lado izquierdo, tuvo que huir hacia la derecha, justo mi lado de la carretera. Por medio metro no tengo un accidente con la cabra, en el último segundo se arrepintió y retornó a la izquierda, justo cuando a mí se me terminaba el arcén de intentar frenar mientas me desplazaba a la derecha para evitar el choque, si no lo hubiera hecho voy a suelo fijo porque no me daba tiempo a frenar. Desde ese momento cuando veo cabras cerca de la carretera, no importa donde estén, yo cruzo ese tramo a menos de 40 kph por si alguna cabra suicida quiere terminar con su vida... y con la mía. Una pena no tenerlo grabado porque me quité la GoPro, era casi de noche, había mucho viento y la GoPro con viento en contra es como desplegar la vela mayor en un barco.
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Esta situación es bastante frecuente en las carreteras apartadas
Los niños
Esto que me pasó con la cabra, me pasó bastante de continuo con los niños que se acercaban corriendo, en las aldeas, para chocar la mano al paso de la moto. Es muy peligroso porque quizá no llegué a golpearles con la moto pero si con las maletas que sobresalen bastante del cuerpo de la máquina. He llegado a tener que frenar en seco para no tener un problema serio con estos locos críos que me encuentro. No obstante siempre que cruzo una zona con gente, aunque estén perdidos en el páramo, aminoro mucho la marcha, voy en primera y cuando ya los tengo en los retrovisores acelero con suavidad porque tampoco querría escalabrar a alguno con alguna piedra por hacerme el flipado. Básicamente hago lo que me gustaría que hicieran otros moteros cuando pasan cerca de mí siendo yo un peatón o cerca de algún familiar mío.
En especial recuerdo uno, cuando salía de Zagora que estaba recogiendo papeletas del suelo, junto a otros chavales, que salió corriendo cruzando de lado a lado la carretera sin mirar. Faltó el pelo de un cavo para que no le arrollara.
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Por los pelos no me lo llevo por delante
Vértigo
Aunque parezca mentira, me dan miedo las alturas. No es una fobia, es más la situación. Una vez recuerdo que estaba en las ruinas de una abadía abandonada y caminé por los restos de una viga hasta un pilar que quedaban en pie, al asomarme a la cornisa del pilar podría haber unos 15 o 20 metros de caída, pero no fue la altura lo me que acongojó, fue el no sentir nada a mi alrededor que hiciera de barrera con el vacío, una barandilla por ejemplo. Mientras los ojos se me empañaban en una mancha gris, que poco a poco nublaba mi vista, me iba girando para conseguir enfilarme hacia el otro lado de la viga, antes de perder el equilibrio por completo, y a gatas conseguí salir de aquel tonto entuerto en el que me había metido. Por supuesto estaba solo, y aunque sucedió en España, no había poblaciones ni personas cerca en aquel momento, como se suele decir: “Pa habernos matao”.
El caso es que cuando estaba recorriendo la carretera de la Garganta del Dadès, camino hacía Tizi-n'Ouano, uno de los paso más elevados de Marruecos y más peligroso, hubo un sitio que me pareció abrumador por sus características: era peligroso, bonito, excitante y muy fotogénico. Consiste en un tramo de la carretera que está en mal estado y la montaña se la está comiendo poco a poco, no hay guardarailes y hay una caída de muchas decenas de metros hasta llegar al río Dadès. En una que volvía por esa carretera, me detuve a hacer unas fotos y paré en lo que podría llamar la cuneta del lado que da al abismo. Al principio pensé que no podría estar tan cerca del borde pero viendo que la pata de cabra da a ese lado y la moto se inclinaba bastante, me daba miedo que un coche la empujara con el aire que desplaza al moverse, así que lentamente caminé marcha atrás con la cámara en la mano haciendo fotos y cada paso que daba más vértigo tenía, estaba viviendo aquella vez en el pilar de la abadía pero no era yo el que se podía precipitar al vació, era la moto, mi querida Yasmina. Después me costó volver a ponerla recta después de quitar la pata de cabra. Esto de los vértigos es muy difícil de explicar cuando no se sienten pero ahora mismo mientras escribo esto desde mi cómodo escritorio siento esos escalofríos por la espalda solo de pensarlo.
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Me dí cuenta de que dejé la moto bastante pegada al borde cuando ya había desmontado
El río
Cuando crucé el río cerca de Boudnib el destino me preparó otra ingrata sorpresa. Por si acaso la moto se vencía metí la bolsa de depósito dentro del top case y como al comienzo de la ruta quité todo el manojo de llaves y las guardé en la bolsa de depósito, las llaves estaban dentro. Fue una situación bastante desagradable, tendría que romper el top para sacar los objetos más valiosos que suelo llevar conmigo, pero resulta que buscando detenidamente encontré las llaves en la chaqueta, con tantas cosas que llevaba en los bolsillos ni hacían ruido ni las sentía al meter la mano, fue un buen susto.
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Guardándolo todo para cruzar el río
El pie
No es la primera vez que me queda atrapado un pie por las maletas, en la crónica ya conté lo que me pasó en aquel río subiendo porla pista hacia N’Kob. Cuando estaba en la pista que comunica las gargantas del Dadès y Todra, hubo un momento en que la moto se me cayó sobre un pie, pero de forma rara puesto que el pie se me quedó con la punta mirando al suelo y el talón tocando la maleta, si no hubiera llevado botas de moto, me hubiera partido el tobillo, pero el problema estaba en que la postura era tan incómoda que no tenía fuerza para poner la moto vertical y liberar el pie. Al final la maña hizo más que la fuerza y, gracias a que el terreno sujetaba bien la moto, pude agarrar dos partes metálicas y levantar la moto con la espalda haciendo fuerza con una sola pierna.
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Ups!
El taxi
Uno de los días que llovía en Merzouga, y que no cogí la moto, aproveché para ver un problema que tenía con mi tarifa móvil en un distribuidor de Maroc Telecom. En Merzouga casi no hay de nada con lo que me tocaba ir a Rissani y para ello el único medio de transporte disponible era el taxi. Mi amigo Ibraim llamó a unos contactos para que me avisaran cuando hubiera uno disponible porque tomar un taxi no es tan fácil como en Europa pero si muchísimo más barato. El procedimiento es simple, un taxi de Rissani tiene que ir a Merzouga y tiene que ir lleno a la ida y a la vuelta, para ello, el conductor se vale de contactos que bien por teléfono o bien allí mismo van surtiéndole de clientes hasta ocupar todas las plazas. Mientas esto ocurre se va haciendo lo mismo en el pueblo de destino para no viajar de balde a la vuelta. Por poder, se pude tomar un taxi de forma privada, pero eso es más normal en zonas donde se vean circular pequeños coches rojos o amarillos (depende de la ciudad) llamados “pettit taxi”, es decir, taxi pequeño, que se limitan a circular por las urbes sin salir a carretera. En el caso que me atañe, es un taxi normal, como los que se pueden ver en cualquier otra ciudad imperial, el típico Mercedes Benz Clase E 240, fabricado entre 1975 y 1986. Suelen estar muy deteriorados a simple vista pero cuando entras en uno te das cuenta de cómo sus dueños desafían las leyes de la física conduciendo estas chatarras sobre ruedas. En los dos que monté yo, ida y vuelta, les faltaban casi todos los detalles interiores, es casi como coger un coche de desguace y arreglarle el motor para que ande. Para empezar, el taxi se considera lleno cuando hay 7 clientes más el conductor, aunque es posible ver alguno con 8 ocupantes en total ¿Cómo lo hace? Muy sencillo, 5 personas van en los asientos de pasajeros y 2 van en el asiento del acompañante. A la siguiente pregunta que tienes en la cabeza te respondo ya: No, no hace falta estar delgado, he visto como 4 gordos y un flaco se metían en el asiento trasero del segundo taxi que tomé. Y luego la gente se queja de que en los autobuses públicos no hay espacio entre asientos… Hablando de asientos, comentar que son de origen, es decir, tienen más de 30 años y no se han reparado. Esto se traduce en que literalmente vas sentado en los hierros rezando por que no se termine de romper algún resorte, te lo claves y tengas que hacer cálculos de cuándo fue la última vacuna del tétanos que te pusiste. Las puertas carecen de tirador interior, uno de los taxis tenía un alambre en su lugar pero lo intenté usar y no se abrió la puerta, esto significa que solo se abren por fuera. Los elevalunas manuales a veces no funcionan o están tan trillados que solo abren unos centímetros, lo justo para desempañar algo los cristales que tienen más vaho que los del auto de la escena de sexo del Titanic, generado por el calor humano que producen 8 ó 9 personas. Los detalles superficiales no se tiene ni en cuenta, las rejillas de las tomas de ventilación brillan por su ausencia, simplemente son huecos en el salpicadero, los botones, que algún día fueron para algo, se notan en desuso desde hace mucho tiempo por lo envejecidos que están… En uno de los que monté, el odómetro estaba en 082.000 km, está claro que no es su kilometraje real, pero me pregunto si le habrá dado la vuelta y tendrá más de 1 millón de kilómetros. No hace falta que siga contando como son porque creo que ya te puedes formar una idea. Yo hice dos viajes de 20-30 min cada uno, un día de lluvia, por unas carreteras en malísimo estado y una ciudad, Rissani, inundada por el agua que no termina de evacuar. Es una experiencia, la verdad, pero no tengo la necesidad de repetirla. La anécdota divertida de todo esto es que a la vuelta llegamos donde el taxita que iba a Merzouga y me decían que faltaba una persona pero si quería irme ya podía pagar un asiento doble. La verdad es que de 15Dh a 30Dh (al cambio es 1,5€ y 3€ aproximadamente) por salir de aquel sitio ipso facto no me pareció mal negocio y podría tener el asiento delantero para mí solo. La parte mala fue cuando los 5 ocupantes de atrás vieron la escena, ellos siendo gordos se quejaban a voces de que un flacucho fuera solo delante, se les veía tan enfadados que me daba la sensación de que en algún arrebato alguno de los 5 me iba a coger del cuello por detrás, cosa fácil porque no hay cabeceros en los asientos. Solo me calmó un poco ver de reojo como el conductor se reía, podía estarse riendo del maligno plan que urdían esta gente detrás de mí o simplemente de las tonterías que estaba diciendo, pero como no entiendo el árabe lo único que yo hacía era mirar por la ventanilla del coche esperando llegar lo antes posible a Merzouga. Dicen que la ignorancia es la felicidad…
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Marraketch. Foto tomada en 2014. Estos taxis son antiguallas rodantes
El húngaro
Y hablando de Merzoga, en mi estancia allí, conocí un chico húngaro que hablaba español e inglés. Se llama Janos Gal, es escritor en un periódico londinense, es un trotamundos y es muy simpático. Aunque no tuvimos mucho tiempo para hablar, la charla fue muy propicia. La anécdota curios de este encuentro fue que este chico conoce en persona al mismísimo Ted Simon y está en contacto con él de forma más o menos habitual. Si estás leyendo esto y no sabes quién es Ted Simon solo te diré dos cosas: Una, es el padre de los viajes en moto, la referencia a seguir; Dos, busca más información en internet, su libro Los Viajes de Júpiter, es, para mí, el mejor libro de aventuras en moto de la historia, yo lo compré cuando volví de Marruecos porque me lo recomendaron.
Su blog www.solaristraveller.com es muy entretenido.
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No tengo una foto de Janos pero hice está de la bóveda de un hotel donde me alojé :)
Las elecciones
Durante mi estancia en Marruecos no solo volví a vivir la fiesta del carnero como hace dos años, también hubo elecciones generales, es por eso que se ven las calles llenas de papeles en algunas de las fotos que he ido poniendo a lo largo de la crónica. El partido que mejores vibraciones me dio fue uno que tenía un tractor como símbolo y su eslogan escrito en las dos lenguas marroquís, árabe, la oficial, y tamazight, la de las etnias amazigh, es decir, el pueblo berebere.
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Todas las poblaciones grandes tenían las calles con muchas papeletas
El Circo de Jafar
Cuando perdí el móvil en el Cirque du jaffar, al querer apresurarme a su búsqueda encendí demasiado rápido la moto. Tenía cargando las baterías de la GoPro y el móvil, la primera marcha puesta, estaba en pendiente positiva y apreté poco tiempo el botón del encendido. Como resultado: la moto no arrancó. Lo intenté una segunda vez y tampoco arrancó. Puse punto puerto, desconecté toda la electrónica y el contacto, volví a girar la llave y la moto ya no hizo ni el amago de arrancar, como si se hubiera quedado sin batería. Me asusté bastante porque estaba atardeciendo y quería ir por el móvil que se perdió varios kilómetros atrás así que hice lo que un buen informático haría: Apague la moto, la dejé reposar y al rato la encendí de nuevo dejándole que hiciera el chequeo que hacen todos los vehículos cuando se gira la llave, y arrancó aunque tuve que darle un poco de gas. Fue otro de los momentos de intranquilidad.
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Circo de Jafar
Punto y a parte
Hasta aquí la crónica de mi viaje por Marruecos, han sido muchos momento increíbles, algunos momentos malos, mucha gente en el camino, muchos lugares impresionantes y sobre todo muchas vivencias, cuando la gente me pregunta donde estuve esperando que les mencione algún lugar que les suene, no puedo responderles, las poblaciones solo han sido de paso, los lugares que han alimentado mis cinco sentidos están entre ellas, no en ellas.
Yasmina ha sido la protagonista de esta aventura, se ha portado genial, no me ha dado ningún problema y ha aguantado todo el maltrato que le dado, estoy muy contento con el resultado.
Quiero dar besos y abrazos a todas esas buenas personas que el viaje ha puesto en mi camino, a la gente que me ayudó cuando tuve problemas, a la gente que me consoló cuando necesitaba alguien a quien contar esos problemas, a la gente con quien compartí momento entrañables de cháchara, a la gente anónima que me dio alguna indicación o consejo en mitad de ninguna parte, a la gente que me invitó a té para conocerme y, por supuesto, a la gente que estuvo pendiente de mí, en especial a mis padres que son los que más me sufren.
Espero que hayas disfrutado leyendo estos relatos tanto como yo escribiéndolos.
¡Hasta la próxima! :)
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¡Hasta la próxima!
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2 Comentarios
David
15/12/2016 19:31:50

Una cronica brutal, me ha encantado. Esperando la proxima. Un abrazo.

Responder
Rubén Maxtral
18/12/2016 13:40:55

Muchas gracias! Me alegro que te guste. Tengo en mente la próxima pero aun hay que formalizar las fechas. Un abrazo!

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