Como estaba un poco cansado de estos días atrás he pensado que mejor ir a ver la obra de un alemán que construyó unas edificaciones en el desierto apartadas de todo.
Hannsjörg Voth es un artista germano que ha construido muchas cosas en su país natal, pero se hizo famoso por las construcciones que hizo en Marruecos, en la planicie de Marha, desde mediados de los 80 al comienzo desde este siglo: la "Escalera Celeste" (Himmelstreppe), la "Espiral Áurea" (Goldene Spirale) y la "Ciudad de Orión" (Stadt des Orion). Siempre se ha ayudado de los lugareños y se a autofinanciado para crear todas sus obras. La nota común es que todas están construidas en adobe. Dicen que desde una se pueden ver las otras dos y con el cielo tan despejado de hoy es un buen momento para constatarlo. Ya que el hotel y su precio no me parecieron malos, decidí quedarme un par de días más, si me dejaban, y así poder recorrer los alrededores sin equipaje. Busqué al hombre mayor que habla español para contarle mis planes y sin problema accedió. Sacamos a Yasmina de sus aposentos, voy a repostar y en la estación de servicio, después de pagar la gasolina, no tardan en venir los representantes de expediciones y comerciantes varios para tratar de venderme el desierto. Al ir yo por libre, no necesito ayuda pues no conseguirán ofrecerme algo interesante que pueda demandarles y como me ven solo siguen insistiendo como si lo que les digo fuera un subterfugio para terminar la conversación.
Primera construcción
El camino hasta el comienzo de la pista no tiene nada especial, las carreteras son malas, las poblaciones polvorientas y el tráfico es pesado para ser Domingo. Al llegar a una zona de jaimas grandes y oscuras me detuve para ver el GPS y poner la brújula en dirección a mi primer monumento: La Espirar Áurea. No me he quitado los guantes y ya aparece un tipo en sus pequeña Motobécane para explicarme lo que puedo leer en Wikipedia, no quiero ser desagradecido pero es que no me dejan trastear en mi GPS con tranquilidad pues no cesa con su verborrea.
Lo único difícil de esta ruta tendría que ser el cruzar un río, que en estas fechas está seco, pero en el que es fácil quedar atrapado por ser muy arenoso. Esta tarea no tiene misterio pero si dificultad, solo hay que encontrar un sitio bueno para meterse en su lecho y otro para salir, hasta ahí bien, lo malo es que no siempre la entrada queda en frente de la salida. En mi caso encontré rápido la entrada, al poco de iniciar la pista, y gracias a no llevar equipaje no me quedé atascado en la harinosa y suave arena, me recordaba a las arenas movedizas de las películas que son capaces de tragarse hasta un caballo y es que la sensación era muy parecida. La moto se movía lentamente aunque el motor girara rápido y lo único que intentaba era no parar de moverme hasta que llegue a una zona dura. En este caso pasé por una de esas que consiste en suelo seco cuarteado por haber habido agua antes, para mí era como llegar a al primer chekpoint. La segunda parte me costó menos, con lo que salí airoso esta vez.
El terreno hasta la Espiral Áurea es duro con bancos de arena pero sin complicaciones hasta llegados a la zona de la construcción. Una vez cruzado el río no hace falta el GPS, en un día tan despejado como hoy, la espiral se puede ver desde lejos.
Lo que no me esperaba es que estuviera cercada con piedras grandes. Tenía la primera hilera a unos 50 metros y luego una segunda hileras más cerca. Las primera la pasé bien por ir con una moto, solo hay que buscar el hueco perfecto para colarse. La segunda me costó más, la arena en esa zona está muy blanda y al asomar la rueda entre las primeras piedras y frenar me quedé atascado en la arena. Era muy curioso que las ruedas apenas estaban enterradas 5 o 6 centímetros y la moto no necesitaba nada más para sostenerse de pie. Me costó bastante conseguir atravesar esa barrera porque debajo de la arena suelta habían puesto más piedras y la rueda chocaba con ellas. Pasadas las barreras, al pie del monumento habían puesto un tercer cordón de seguridad formado por tres hileras de piedras muy juntas, esta vez no podía pasar la moto hasta dentro, y eso que intenté quitar una piedra, pero estaban bien enterradas.
La Espiral Áurea es un edificio destinado a la observación de los fenómenos celestes Goldene Spirale (Espiral Áurea), está formada por un muro cuyo trazado sigue las proporciones de la sección áurea con la figura de una espiral cuya abertura se expande uniformemente según la ley de Fibonacci. Con unas medidas de 60 x 97 metros, el muro tiene 260 metros de longitud, que de forma casi imperceptible se eleva del suelo a lo largo de la espiral para alcanzar, en el centro, una altura de 6 metros. El terreno que asciende lentamente entre las paredes del muro en espiral y que acaba convertido en el techo de los habitáculos que quedan por debajo, tiene una anchura inicial de 60 metros y disminuye hasta los 2 metros en la parte superior. Desde el cielo parece una sección de una caracola, a ras de suelo no se aprecia gran cosa.
Estaba todo cerrado a cal y canto y quedó claro que no querían, no solo que no se llegara con el 4x4 hasta allí, sino que no se pudiera acceder al interior. Aunque el cielo estaba despejado la brisa era fresquita y se estaba muy a gusto subido a lo alto de la espiral, desde la que se veía mi próximo objetivo: La Ciudad de Orión.
Segunda construcción
Al volver a cruzar el segundo cordón de piedras para salir, la panza de la moto quedó montada sobre una piedra y la moto ya no podía rascar más el suelo, tuve que ingeniármelas para sacarla de ese aprieto. En el camino, tuve que cruzar, nuevamente, un río seco. No me costó mucho pero el problema con estos ríos, de este lugar, es que si pillas una zona de arena te puedes quedar atascado con mucha facilidad. La Ciudad de Orión fue el último proyecto de este alemán que finalizó en 2003 después de 5 años de trabajo. Se trata de un complejo de siete torres de adobe, de entre 15 y 4 metros de altura, que sirve de observatorio de las siete estrellas que conforman esta constelación. Visto desde aire es clavado a la propia constelación y ese era su principal objetivo cuando la construyó, representar en la tierra la constelación de Orión tridimensionalmente.
Cuando llegué al primer cordón de seguridad, muy lejos de la estructura vi como salía una motillo, desde el interior, que venía hacia mi posición. Tenía pensado pasar por donde se supone que lo había hecho este hombre pero me esperé a que llegara. Resulta que era el vigilante oficial de la edificación y que el paso estaba restringido a turistas que no hubieran concertado cita a través de alguna agencia. Parecía bastante legal todo pues portaba enganchado a la solapa de su chaqueta una tarjeta identificadora sellada por algún ayuntamiento, pero que parecía más el carnet de un instituto que una identificación. Me invitaba a ir andando dejando la moto a las puertas del muro pero quedaba tan lejos que no me apetecía ni deja la moto sola, ni caminar tanto, así que sin poder conseguir llegar a un acuerdo, ni siquiera económico, desistí de entrar. Me había topado con un verdadero vigilante que no solo no se vendió sino que me dio las explicaciones pertinentes del por qué no se puede entrar. Resulta que el patrón, ahora que es famoso, cobra la entrada, con lo que para acceder al interior llegan hileras de vehículos 4x4 que descargan turistas en la zona previo pago. Es curioso como recuerdo, estando en casa, que desde Google maps se ven convoyes de 5 o 6 todoterrenos en fila india por el desierto en varios lugares de esta zona, así que me lo creo todo.
Hecho un trago de agua, me visto y cuando iba a montarme en la moto pierdo el equilibrio y me caigo de espalda. Obviamente la moto también va al suelo. Como caí igual que se caía Charlot en sus películas la moto no me pilló las piernas y lo único que paso es que me quedé lleno de esta arena rojiza finísima que se cuela por todos lados y no se quita con facilidad. Que caída más tonta y lo que me costó levantar la moto que se había clavado literalmente al suelo con el reposapiés izquierdo, la defensa del motor y el manillar.
Cuando terminé de limpiarme y de poner la moto vertical llegó nuevamente el hombre de la motillo, me hizo unas cuantas preguntas y después de ver que estaba realmente solo, que no era un turista convencional y, como excepción, me dejó acompañarle hasta el monumento en mi propia montura. La verdad es que desde cerca no es gran cosa, hace mucho calor en el interior, pero me apreció curioso que no hubiera puertas, lo que hay es separaciones entre los muros y las torres por la que una persona normal puede colarse, y digo normal porque esto no está pensado para gordos, apenas pude pasar yo con la chaqueta de la moto puesta sin rascarla. Me calló tan bien el hombre que le invité a unos refresco antes de marcharme, no quiso aceptar el dinero pero no era un pago, era una invitación, al igual que salió de el hacerme un favor también salió de mi devolvérselo. Quedó patente que era un tipo legal y que aun estando en mitad de la nada, cumple las normas.
Tercera construcción
Desde La Ciudad de Orión no podía ver la Escalera Celeste porque había una colina en medio, supongo que desde las torres sí se podrá ver. Voy acercándome a lo que creo que es el monumento pero cuanto más me acerco menos parece lo que yo había visto en fotos. Resulta que allí, entre la Escalera y la Ciudad, vivían unos nómadas al lado de un pozo. Se acercaron para ver si aflojaba la pasta pero lo único que solté fueron unos caramelos para los peques. Desde este campamento nómada ya se podía apreciar la Escalera.
Nuevamente otro río seco que cruzar se antepone a mi objetivo pero es fácil y poco profundo.
La Escalera Celeste (Himmelstreppe) es una escalera de 23 metros de longitud y 16 metros de alto, que se eleva 52 peldaños de altura. Con la luz natural, proporcionan una impresionante sombra que gira alrededor de la torre, recordándome a un reloj solar. Creo que su función también es la de observar objetos celeste como en las otras dos. Como curiosidad, en este edificio se entra por la parte superior de la escalera y se va descendiendo piso a piso donde se encuentran varias habitaciones, pero la trampilla metálica estaba bien cerrada. Por descontado que decir que nuevamente me salté los cordones de seguridad piedril y puse la moto pegada al edificio. Desde abajo no parece tan alta como desde arriba y al ser los peldaños tan altos, pegando el sol como lo hacía, culminar la cima cansa. Este es el monumento que más juego da, supongo que es más fotografiable porque la espiral no se aprecia bien lo que es a ras de suelo y en la ciudad de Orión no dejan pasar.
Voy bien de tiempo
Antes de finalizar el recorrido de Voth, veo a lo lejos unas palmeras enormes. Voy a explorar. No lo tenía en el itinerario de hoy, pero si lo veo muy mal me doy la vuelta. Cuando ya estaba lejos de la escalera tocaba cruzar un río seco nuevamente. Ya acercarse a la orilla no fue fácil porque el terreno en este sitio es muy blando pues predomina la arena y escasean las piedras. Cruzar el río tampoco fue una labor sencilla por la arena tan suelta. Para salir de él, decidí darle bastante gas para no quedarme ni atascado en el río, ni en la rampa de arena, pero salí con tanta fuerza que al aterrizar me quedé atascado en una espartera. La panza de la moto estaba montada en la planta y las ruedas medio enterradas en la suave arena, solo ver la escena ya sabía que salir de allí yo solo no iba a ser fácil. Después de un rato largo conseguí sacar la moto de aquel entuerto y desistí de continuar hasta el palmeral porque, hasta donde me daba la vista, el terreno se construía de esparteras y arena y ya me quedaban pocas fuerzas para quedarme atascado otra vez más. Este es el primer día del viaje que paso calor de verdad. Conducir una moto fuera del asfalto es un esfuerzo constante y se suda como en cualquier deporte, pero hoy hace mucho calor y se nota en mi espalda mojada.
Vuelvo a Erfoud
Pongo rumbo al este, mi intención es salir por encima de Erfoud, hay unos 30 kilómetros en línea recta pero tengo tiempo de sobra hasta que se me haga de noche. El terreno es duro a veces con pequeñas dunas que se pasan bien, voy alternando entre roderas de 4x4 porque no hay una pista trazada pero estoy disfrutando como un niño con juguete nuevo, al ir sin carga me permito ir a velocidades más altas y, mientas el manillar de la moto se nota blandito pero suave, por los efectos que causa la rueda delantera sobre la arena suelta, me siento como todo un dakariano. Toda esa alegría y ese brío se vieron truncados cuando me vine al suelo al perder el control de la moto. Este era el primer accidente que tenía en este viaje, no me pasó nada a mí porque iba protegido y ya soy experto en caerme pero la moto si que había que repararla antes de continuar. El protector de maneta del freno había cedido y atrapaba la maneta dejando accionado el freno permanentemente y el pedal de freno también se había doblado. Después de unas modestas pero efectivas reparaciones entre toda esa arena sin saber muy bien donde estoy y con un sol justiciero, hecho un trago y dejo el último medio litro para cuando llegue a la carretera, en el hotel ya la repararé mejor.
Cuando ya estaba viendo la vegetación de las huertas de la ciudad tocaba pasar un nuevo río seco, pero esta vez será un desafío, es muy ancho, lleva mucha arena y hay que bajar por una rocas para meterse en él. La parte de las rocas no fue difícil, ni encontrar un buen sitio para bajar al río, el problema lo encontré dentro del río, este sí que me atrapó. Fue una sensación extraña, como ir en un bote avanzando por el mar al que le entra agua y hay un momento que la proa mira al cielo y la popa se hunde. Lo único que pude hacer es acelerar sin estar montado sobre la moto y correr paralelo a ella. Uno no se hace una idea, hasta que lo experimenta, de lo que cuesta correr en un terreno que a cada paso el pie se hunde y empujando la moto, que es cierto el motor empuja pero también le hace falta el impulso humano para no volver a enterrarse.
Salgo a las huertas, miro el GPS y realmente había salido por el mismo río que entré pero en una zona más peliaguda, Erfour me quedaba bastante lejos de allí. Entre la vegetación decidí tomar unos crepes de chocolate y el último agua que tenía antes de meterme en la carretera. Estaba tan empapado en mi sudor que también me despeloté y puse a secar al sol la ropa mientras merendaba, pero no tardaron en venir a acompañarme, una vez más, en un momento poco oportuno. No sé cómo me vieron, no hice ruido, ni estaba a la vista entre los árboles, yo creo que me olieron. No me gusta tener todas las bolsas abiertas mientras estoy rodeado de gente y aunque solo eran dos niños y un viejo, fui recogiendo poco a poco todo, poniéndome la ropa mojada y preparándome para irme de allí. Empiezo a entender a los famosos cuando va a comer a un restaurante y se les acercan indeseados para pedirles un autógrafo sin tener la decencia de esperarse a que terminen de comer por lo menos.
Si quieres ver el trazado de esta ruta pulsa aquí.
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