Aún no me he quitado las legañas de la cara pero me siento animado, ayer me salté todas las normas de higiene, que recomienda la OMS, para viajes fuera de Europa: comí con las manos, me limpié varias veces en el trapo que todos usábamos para limpiarnos manos, cara y lo que hiciera falta, sentado en el suelo, rodeado de animales sin vacunar y tomando fruta lavada con agua de algún sitio que esta buena gente considere potable, pero todo eso no hizo que hoy despertara con muy buen cuerpo.
Desayuné fuerte y en poco tiempo me preparé para partir porque Mohamed también tenía prisa por ir a algún sitio, puede que a trabajar. Antes de sacar la moto de la casa le regalé la otra pequeña garrafa de 2 litros de gasolina que he ido paseando desde que salí de casa y una camiseta, he sido demasiado previsor con el combustible, pero también es verdad que no me he perdido y el plan está saliendo muy bien. Toda la familia salió a despedirse de mí, nos dimos un abrazo y marché rumbo a Anoual pero estaba tan pendiente de saludar mientas me despedía que me fui en dirección contraria, vaya torpeza, tuve que pasar por delante de su casa nuevamente y esta vez sí, me despedí hasta la próxima con el rumbo correcto. El sol está radiante y las nubes no le oponen resistencia, se presenta un día estupendo para rodar con la moto.
Buena pista
La pista estaba siendo bastante divertida, muchas curvas, de vez en cuando tenía bancos de arenas que cruzar, algunos vadeos de pequeños ríos secos y un paisaje árido espectacular. Después de una hora rodando llego a una pequeña población que ni Google se ha molestado en poner nombre: Hassi Lahmar. Yo lo sé porque me lo dijo Mohamed. Es una pequeña aldea a la que le llega un hilo de luz que vas viendo paralelo al camino sujeto por postes de madera y aislantes de cerámica y cristal. Este es el último reducto humano que hay hasta Anoual, a partir de aquí vualvo a cruzar el páramo y como mucho encontraré con algunos nómadas que viven separados unos de otros pero en contacto visual. La pista ha cambiado bastante, es ancha, bien definida y está en buen estado, se puede ir fácilmente a 100 kph en varios tramos, los pasos de los ríos está cementados y como se nota que no ha llovido hace poco el suelo está bastante duro. El paisaje es una pasada, se puede ver hasta donde alcanza la vista porque el cielo está despejado y Lorenzo está esplendoroso. Hay una brisa fresquita que en movimiento se agradece mucho aunque parado tampoco se pasa calor. A mitad de camino se encendió el testigo de la reserva y pude usar el combustible extra que llevaba, ya tenía ganas de quitarme ese peso de las maletas. Ahora mismo mi equipaje pesa 12 kg menos que cuando salí de casa y la moto se siente ligera.
Volvemos a la civilización
Después de un largo pero rápido recorrido desde Matarka llego a Anoual. Es un pueblo grande donde se pueden encontrar servicios útiles como una gasolinera, algunos hoteles y zonas de alimentación, muy a tener en cuenta para próximos viajes. Para los que saben un poco de historia, este Anoual queda muy lejos del otro Anoual donde se libró una batalla, con desastroso desenlace para el bando español, que dio comienzo a la Guarra del Rif. Pongo gasolina y me voy a una zona apartada de sobra para colocar correctamente el asiento de la moto porque no está sujeto por la parte delantera, creo que lo llevo así desde Motril. Nada más que paro la moto y echo un trago de agua veo como 3 chavales viene directo a mí, creo que me pedirán una foto porque no tienen pinta de vendedores. Cuando llegan se quedan a un metro de la moto en la parte de la sombra, se encienden un cigarro y empiezan a hablar entre ellos. Me he venido hasta la zona más apartada del pueblo para estar solo pero es imposible, esta gente es muy pegajosa y no voy a desmontar nada con estos chavales tan cerca, así que arranco la moto y voy en busca de otra sombra donde me dejen un poco de intimidad pero es parar la moto y siempre se me acerca alguien a mirar, con lo que abandono el pueblo a ver si encuentro algo por el camino. Es medio día y el sol está muy alto para que las flacuchas acacias me den sombra suficiente así que me salgo un poco de la carretera y con un sol justiciero fustigándome la piel procedo a recolocar el asiento y a comer algo.
El buen camino
Pasando una aldea, llamada Aït Yaacob, tomo una pista para no seguir por carretera, son más kilómetros pero voy bien de tiempo y me apetece perderme un poco. Esta pista sí que mola, al fin me siento solo de verdad, durante más de una hora no he visto signos de vida humana pero entiendo por qué, el terreno es rocoso, irregular, árido y el sol pega con fuerza, ideal para mí. Yo tenía trazado un camino en mi mapa pero cada vez me voy desviando más hacia el este y, aunque he retrocedido algunos kilómetros sobre mis pasos, no consigo encontrar el camino marcado con lo que toca seguir hacia delante, en algún momento tendré que salir a alguna carretera o población y, pese a que no es frecuente en mí, hoy sí que dispongo de tiempo para explorar. Mientras estoy parado merendando e hidratándome, veo una moto a lo lejos que viene siguiendo mis pasos, si es un europeo puedo preguntarle si sabe a dónde va este camino y si es un local… también. Resulta que es un paisano que va en una moto china Yamazuki, acompañado por su señora. Le explico con mímica y pocas palabras que quiero llegar a Beni Tadjite. El chico me indica en un árabe, que desconozco, que es todo recto, o al menos eso intuyo porque no deja de mover la mano por delante de él haciendo esa indicación. Aunque el chico se puso en movimiento antes, le termino alcanzado y rebasando porque yo me puedo permitir ir algo más rápido. Cuando tengo que cruzar un profundo río que, por suerte, está seco, me paro a tomar unas instantáneas, con lo que el chico me adelanta y oigo como su motor se detiene más adelante, no le puedo ver porque estoy en la parte más profunda del río, espero que no me pida gasolina porque no llevo nada extra. Cuando alcanzo nuevamente al chico, resulta que me estaba esperando en un cruce de caminos, para indicarme cual es el que tenía que tomar para llegar a Beni Tadjite. Que tipo tan majo y que detallazo por su parte, le di las gracias en los dos idiomas que pude y tomé el buen camino.
Diversión garantizada
Después de unas entretenidas pistas con estupendos paisajes llego a Beni Tadjite. Esta población es similar a Anoual, pero lo bueno es que no necesito atravesarla entera para continuar mi camino. Voy un poco despistado buscando la pista que sale cerca de un centro militar y antes de necesitar pararme, unos chavales que jugaban al futbol me gritaban y hacían señas indicándome la dirección correcta entre risas y saludos. Esta pista me llevará a Tazouguerte, he leído en foros que tiene una zona difícil para maxitrails pero mi amigo Omar me dijo que solo son unos escalones que hay que pasar con confianza y listo. La pista empieza siendo excelente, se nota que está arreglada, podría ser la autopista de las pistas de lo ancha que es y lo bien que está, además de ser prácticamente recta hasta recorridos unos 20 kilómetros, en este punto cambia radicalmente, se vuelve complicada y lenta, tiene mucha arena y piedras pero con paciencia se puede hacer. La zona complicada de la que hablaban en los foros es el Col de Belkassem un pequeño paso de montaña a 1281 metros de altura, con una ganancia y perdida de altura muy rápida y por lo tanto el camino es bastante empinado, en apenas 2 kilómetros hay una diferencia de altura de 50 metros en el ascenso y 100 metros en el descenso.
De la forma en que lo pasé yo creo que es la mejor, fue pura casualidad pero fue de agradecer. El ascenso, digamos que fue ”interesante”, mucha roca suelta, el suelo destrozado por los vehículos que se aventuran a pasar este sitio y bastante empinado, es de esas zonas que hay que tener la moto en marcha pase lo que pase, porque pararla puede suponer no conseguir avanzar mas y atascarse en el terreno. Las vistas desde lo alto son espectaculares más por el echo de saber donde estamos que por lo que se ve, el paisaje es muy árido y al atardecer lo más interesante queda a contraluz, situación que sufrí, pero ahora viene lo ”divertido”.
La bajada fue dura, el terreno está mas empinado que por el lado del que vengo, con todo el equipaje que llevo llegó un punto en que los escalones eran demasiado altos para pasar con un mínimo de seguridad. Desmonté las maletas y las bajé 20 metros a pie para luego volver por la moto e intentarlo muy despacito. Mientras bajaba las maletas, por la pendiente y las rocas sueltas, ya me costaba caminar derecho pero con paciencia, cuidado y a base de dar con la panza de la moto varias veces conseguí pasar el peor tramo. No obstante hasta que no se baja el paso entero no mejora demasiado el terreno. A la inversa, yo me tendria que haber dado la vuelta, para mí es un sitio complicado.
Oued Ziz
Después de doscientos kilómetros de pistas variadas, pasado Tazouguerte, solo me queda seguir algo más de un centenar de kilómetros hasta Erfoud, donde pienso pernoctar. Casi es de noche pero hay bastante luz porque el cielo está despejado. En el camino a Erfoud hay un sitio que me ha dejado impresionado y no hace falta perderse en el páramo para disfrutarlo, cuando se deja la N10 para empezar con la N13, esta nacional baja paralela al río Ziz, el río que le da nombre a uno de los grupos más populares de gasolineras que hay en Marruecos y no es para menos. Este río mide unos trescientos kilómetros desde el Atlas Medio hasta el Sahara, muriendo en Argelia. En este tramo y desde lo alto de la carretea, se puede apreciar la densa vegetación que apenas deja ver las viviendas de las aldeítas por donde discurre el río, encarrilado por las altas montañas por donde pasa. No me extraña que hayan hecho un mirado artificial para descargar los autobuses de turistas, aunque desde el mirador ya no se aprecia toda esa grandeza, lo bonito está arriba, lo malo es que no se puede parar, la carretera no tiene arcén y con la pendiente y las numerosas curvas es peligroso parar porque lleva bastante tráfico.
La ciudad de los fósiles
Antes de llegar a Erfoud llamé a mi amigo Hossin para que llamara a algunos hoteles que tenía apuntados en mi agenda y me consiguiera un buen precio a parte de preguntarles de las comodidades que iba a disponer en ellos. Recién entrada la noche llego a esta polvorienta ciudad, la llamada ciudad de los fósiles, un apodo muy acertado, mucho antes de llegar a las puertas puedes encontrar numerosos sitios donde los venden, los grandes y lujosos hoteles tiene grabados y grandes estatuas de nautiloides, ammonoideos o trilobites. Erfoud es una ciudad caótica, el polvo se puede masticar incluso dentro del casco, hay mucha gente en la calle, muchas motos y muchos coches. Es una ciudad muy comercial y se nota en la gran cantidad de hoteles y restaurantes que tiene. Llego al hotel en el que hice la reserva telefónica y donde se supone que tiene un aparcamiento privado aunque yo no lo veo. En la recepción hablo con una chica muy maja que me reconoce por los datos que le ha dado mi amigo sobre mí. Le pregunto por el parking y a donde vamos es a un callejón oscuro detrás del hotel. Ella me dice que hay cámaras de vigilancia y que nunca ha pasado nada con otras motos, pero la diferencia es que esta noche solo va a haber una, la mía y esa cámara parece de atrezo para dar el pego. En otras circunstancias no me importaría pero en una ciudad no voy a dejarla en la calle. No es la primera vez que me mienten sobre el aparcamiento de un hotel en Marruecos pero por más que se le insista a alguien por teléfono dando explicaciones sobre el aparcamiento, nunca se sabe lo que uno se puede encontrar hasta que se llega al sitio.
Como no es muy tarde me voy a buscar por mi cuenta un hotel donde no me mientan, o por lo menos que me mientan poco, hay muchos para elegir y la noche es joven. Recorro medio kilómetro y me paro frente a un hotel que tiene pinta de caro pero pruebo a ver que me cuentan y la verdad es que no me puedo quejar, me han dejado un estupendo precio por una habitación grande, me guardan la moto en un trastero que tiene el hotel y en la recepción hay un hombre muy majo que habla algo de español. Que bien empieza la noche, el primer hotel y ya me han convencido, además tiene la gasolinera al lado y, en esta zona de la ciudad, en la calle hay más tiendas y restaurantes que hoteles.
La habitación tiene una cama bastante cómoda en un primer contacto, está muy limpia y sobre todo hay mucho espacio para moverse. El baño es otro cantar, no está sucio pero está tan viejo que da muy mal aspecto, pero me da igual mientras salga agua caliente y tenga buen caudal. Lo primero bien, lo segundo mal, tampoco es la primera vez que arreglo una alcachofa de ducha en un hotel, la cal se ha adueñado de los finos agujeros y apenas sale agua. Mi truco es con un punzón, que tiene mi navaja suiza, perforo la cal y de paso ensancho el agujero, hacerlo en la mitad de ellos será suficiente. Detrás de la puerta principal pone el precio real de este sitio, tiene que estar medio vacío porque me lo han dejado a menos de la mitad del precio oficial, con razón el dueño del hotel le hacía muecas de enfado al hombre mayor que hablaba español al pactar el precio tan bajo. Me ducho, salgo a comprar víveres y a cenar al primer sitio que veo, por 4€ me pongo de tajín hasta arriba, hoy dormiré a gusto, ha sido un día muy completo.
Si quieres ver el trazado de esta ruta pulsa aquí.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Comparte este viajeSitios relevantes
Todos
|