El camino hasta Foum Zguid por la N12 sería aburrido si no fuera por los estragos que hizo la lluvia estos días atrás. Cada tramo de carretera que discurre por un puente o va a nivel del terreno colindante está invadido por tierra, piedras y restos de vegetación.
Mientas hago kilómetros por esta carretera me voy acordando de mi viaje anterior a Marruecos cuando iba en dirección contraria desde Tata a Zagora con una rueda pinchada, estaban empezando a hacer esta carretera, pues era una pista de tierra y se alternaban las zonas con gravilla y las que aún eran de tierra. Foum Zguid es conocida por ofrecer todo tipo de aventuras desérticas, al igual que Zagora, solo que no es tan grande ni está tan poblada. Desde esta población viajamos hacia el este y desde Zagora hacia el oeste. Todavía me acuerdo de las calles, del arco que hay al comienzo de la ciudad, de la única gasolinera Afriquia, del control policial permanente que hace esquina en un cruce, es como si hubiera estado aquí la semana pasada o no hace dos años.
Paro a repostar en la gasolinera, pues la ruta para hoy va a ser larga, y veo un extranjero que anda mirando algo en su GPS. Como me encanta la cháchara me acerco a conocerle y me percato que la matricula no es europea. Nos presentamos con un apretón de manos y, a pesar de estar los dos al sol, nos ponemos a charlar. Se llama Kirk y ha venido desde Canadá para darse una vuelta por Europa y, de paso, bajar a Marruecos a disfrutar del desierto en su Kawasaki 650 KLR. Como hemos hecho buenas migas vamos a rodar unos kilómetros juntos pues vamos en la misma dirección, aunque yo me desviaré mucho antes porque Kirk piensa terminar el día en Tata. Qué curioso, este chico tiene planeado hacer la ruta que yo hice hace dos años pero al revés, y hace poco la estaba recordando como si fuera ayer.
Cuando llegamos al cruce donde yo me desviaba intercambiamos nuestros datos, hacemos una sesión de fotos y nos despedimos hasta la próxima. Su viaje está contado en www.kirksmototravels.com.
Empieza lo bueno
La carretea ha cambiado drásticamente, no es que la N12 fuera muy buena, lo que pasa es que la que me toca rodar está más hecha polvo a medida que le voy ganando kilómetros, pero parece divertida. El día se ha despejado bastante y se ven las montañas en el horizonte, parece una maqueta. Las aldeítas se suceden y varios puentes han desaparecido, incluso algunos tramos de carretera ya no están y, en su lugar, los locales hacen improvisadas vías de comunicación aplastando tierra y piedras paralelos a estas. Es esta zona se nota bastante lo duro llovió días atrás. Se nota como voy ganado altura, no solo por lo espachurrada que está la botella de plástico que uso para beber, también lo noto en que, a pesar de que hace sol, sopla el aire fresquito. Llego a una aldea donde la carretera termina y empiezan los caminos. Todas las viviendas cuelgan de la roca de la montaña con vistas a la garganta del rio, a una altura bastante intimidante, comunicadas por caminos de tierra que suben y bajan cual montaña rusa. Estando yo al borde del precipicio pensando cómo esta gente hace su día a día aquí, me viene una risa floja cuando recuerdo las tonterías de nuestra sociedad primermundista y sus absurdeces con el cuidado de niños, prevención de riesgos laborales en las empresas o peligros de la vía pública, ya quería ver yo a esa gente echar un vistacito a poblaciones como esta, a ver si se les quita un poco la tontería.
Sigo por las pistas y llego a un punto donde me surgen dudas. Desde aquí hasta la gasolinera de Foum Zguid hay 150 kilómetros, es decir, la mitad de la, supuesta, autonomía que me dará el depósito de mi moto. La pista se ve muy complicada, de hecho no parece una pista, simplemente veo muchas piedras grandes y lo que antes podía haber sido un sendero, pero seguramente la lluvia arrasó la montaña y lo ha dejado así. Mirando el mapa no veo un sitio por donde llegar al otro lado de la montaña y, aunque así pudiera hacerlo y llegar a una carretera, no veo poblaciones suficientemente grandes como para que tenga gasolinera. Como es habitual, termina un local apareciendo para esclarecer mi problemática y medio chapurreando francés, me queda claro que este hombre no quiere que siga adelante, aunque yo le menciono poblaciones que veo en el mapa a lo largo de la supuesta pista que quiero hacer, él me recomienda que vuelva hasta el cruce donde me despedí de Kirk y que vaya por carretera porque por el monte no se puede.
Voy a hacerle caso y para otro viaje me informo mejor de cómo está la zona antes de venir, al igual que otras pista que he hecho en este viaje si las había visto en internet, esta no entraba en mis planes originales y he venido a la pura aventura. Me voy a dar la vuelta a ver si puedo encontrar un sitio barato en Foum Zguid para dormir, no creo que llueva en lo que queda de día pero, ahora mismo, todo es posible.
Un día de relax
Encontré un sitio asequible, con media pensión, en una aldea cerca de Foum Zguid. Este peque hotel lo atiende Amin, un joven nacido en Casablanca, que domina bien el inglés, muy culto y educado. A pesar de que el sitio me parece seguro, me invitan a que meta la moto en el recinto del hotel, por mi perfecto. Cuando termino mi jornada motera suelo estar bastante cansado, pero hoy me encuentro más flojo de lo habitual, supongo que son demasiados kilómetros combinando carreteras malas con muchos tramos fuera del asfalto durante días seguidos, creo que me voy a tomar un día libre para descansar y de paso organizar mi agenda para los próximos días. Se descansa bien en este hotelito, las camas son cómodas y como estoy solo no hay ruido por las noches. En la mañana siguiente corro la cortina de la habitación y entra un sol radiante y caliente por la sucia y destartalada ventana que me provoca un gustoso escalofrío por todo el cuerpo. Como me levanto muy tarde, el desayuno también hace de comida.
El día de descanso para sin momentos relevantes a excepción de uno por la tarde. En una de las veces que entré a mi habitación, vi que, donde la pared se estaba deshaciendo por la humedad había una mancha negra, según me acerco veo que esa mancha en realidad es un bicho que no había visto nunca. Es una especie de araña grande con unas patas delanteras como las de los cangrejos gigantes y unas grandes antenas. Agarro una chancla y en cuento pestañeo el bicho se vuelve a meter en la pared. Me incomodo un poco tener que dormir una noche más con ese bicho rondando la habitación así que se lo digo al chico del hotel. El propone que me cambie de habitación y, aunque todas tienen las paredes descorchadas en algún punto, accedo a trasladarme a la contigua de la actual. Mientras me ayudan con la mudanza, el bicho aparece nuevamente en el techo, se mueve rapidísimo, pero en una que se despistas Amin se lo carga con una escoba. Mientas lo inspeccionamos de cerca se acerca la mujer de la limpieza y nos comenta que este espécimen es de los pequeños, puede que una cría, que ella los ha visto mucho más grandes, son los bichos de Sahara, todos tenemos a los alacranes bien identificados pero hay mogollón de bichos que no conocemos de los que no sabemos qué repercusiones tendrá su mordedora
Un nuevo día
Para hoy tenía pensado ir al lago Iriki, los locales me han dicho que es una ruta dura con mucha piedra pero quiero hacer un intento. Estaba preparado para irme cuando, de repente, me recorre por la espalda un sudor frío y me empieza a doler fuerte la tripa. Voy corriendo al baño de la habitación que ya había dejado y echo todo el mal que llevo dentro en el retrete, que por cierto, no le funcionaba la cisterna, con lo que le tuve que dejar el regalo a la mujer de la limpieza. No he terminado de vestirme y otra vez me encuentro fatal, pero esta vez voy a otra habitación, compruebo que su cisterna sí trabaja en condiciones y me pongo en faena nuevamente. Cuando termina el mal trago se me queda el cuerpo sin fuerzas, estoy empapado en sudor y me encuentro muy mal. Cierto es que no pasé una agradable noche, pero no le di importancia porque desde que empecé el viaje ando con la tripa floja, aunque no me han surgido complicaciones de la magnitud actual. Aprovecho a ducharme, me visto y me despido de todos por segunda vez.
No sé si será buena idea adentrarse en el desierto, alejado de todo, en mis condiciones pero he venido hasta aquí para esto.
La pista hacia Iriki comienza tal cual me la habían descrito, pura piedra allá por donde miras pero, a pesar de los contratiempos es temprano y puedo tantear unos cuantos kilómetros a ver qué pasa. El terreno es duro, con el equipaje que llevo, más aún, la moto va vibrando tanto, botando tanto, que parece que se me va a desmontar en cualquier momento, con tanta vibración cualquier tornillo que llevara flojo, de seguro lo he perdido ya. Llevo 30 kilómetros recorridos y, según el GPS, me quedan otros 40 más. Aprovechando la sombra de una acacia, paro a meditar: Esta pista es destructiva, todo lo que he recorrido es pura piedra y ya han empezado a aparecer ruiditos en la moto que antes no tenía, yo estoy agotado, posiblemente por el malestar general que llevo, estoy aquí solo en mitad de este pedregal, creo que habrá que intentarlo en otro momento, menos cargado y con el cuerpo en mejores condiciones. Muy a mi pesar me doy la vuelta, ya he vivido malas experiencias por la cabezonería y no quiero dar pie a que esta pueda ser una más.
Entrando nuevamente a Foum Zguid, pongo en el GPS como destino Zagora, donde voy a hacer noche, pero antes busco alguna pista sencilla para hacer por el camino, sinceramente, habiendo recorrido tantos kilómetros fuera del asfalto durante este viaje, se me hace aburrido pensar que mi única opción hasta Zagora es la carretera. No condigo hacer demasiados kilómetros por caminos porque ninguno tenía continuidad, unos morían en fincas apartadas de la civilización, otras directamente en lechos de ríos profundos y otras volvían a salir a otra carretera.
La guinda del pastel fue que encontré un hotel súper barato con desayuno incluido por 10€ a las puertas de Zagora, la única condición es que fuera en una habitación en la planta baja cerca de la recepción y sin aire acondicionado. Lo mejor de todo esto es que me viene genial no subir escaleras, que esté cerca de la puerta para descargar el equipaje de la moto y que el aire acondicionado no está haciendo falta para nada en este viaje.
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